Ayer hubo sesión de control al Gobierno en el Congreso. Cuca Gamarra estuvo bien al señalar que Sánchez no cesa a la ministra de Igualdad, Irene Montero, porque no tiene mando en plaza sobre su socio de coalición en el Gobierno, Unidas Podemos. “Si hay que estar en su Gobierno es mucho mejor estar como comunista que como socialista. Porque de los 40 ministros que usted lleva, no se ha atrevido a tocar a ninguno de Podemos. ¡Y mire que se lo están currando!”
Alberto Núñez Feijóo había dejado la misma idea el martes en la sesión del Senado: «Sabemos que usted calla porque gobierna sobre medio Gobierno y el otro Gobierno le gobierna a usted» Exactamente, esa es la cuestión. Nunca ningún presidente del Gobierno ha estado tan constreñido por su socio minoritario. Feijóo se exhibió ayer almorzando en público con Pablo Casado. Digo que se exhibió porque no se les pudo ocurrir un sitio menos discreto para quedar que ‘La Taberna del Alabardero’. ¿Por qué, para qué? No me da la imaginación para tanto.
Debo confesar un error de previsiones sobre la moción de censura. Yo creía que Ramón Tamames no daría finalmente el paso de presentarse. Y resulta que sí, que lo da. Tengo una buena impresión de Tamames, pero no es el tiempo, ni el lugar. ¿A tres meses de unas elecciones que son decisivas? Vamos, hombre.
Por lo demás, Pedro Sánchez volvió a practicar esa habilidad suya de dar la vuelta a la lógica del pleno y controlar a la oposición. Se le planteó la incongruencia de que haya tenido repercusiones la chapuza de los trenes que no caben en los túneles, mientras los más de 500 delincuentes sexuales beneficiados por la Ley Sisí no hayan tenido ninguna: “¿A qué espera para cesar a Irene Montero?” El presidente del Gobierno recordó el peloteo que le hacían Casado Cuca y Maroto que en pocas horas se volvieron contra él: “Hay gente que dice injustamente que usted cambia de chaqueta . Yo creo que no es así: lo que cambia es el jefe del PP; usted sigue haciendo lo mismo, que es venerar al jefe del PP». Ojo al consejo que Sánchez le dio a Feijóo: cuando se levante mire a ver si siente algo en la espalda. ¿Cuchillo que le clavan o lengua de lametón?
No estuvo mal en su respuesta la portavoz del PP: «El mayor cambio de chaqueta que se ha producido en la última etapa es el suyo, porque prometió a sus votantes que no gobernaría con Podemos y que no pactaría con Bildu».
Ayer hubo otro hecho significativo durante la sesión de control al Gobierno. Cuenta Marisa Cruz que la ministra de Igualdad, interpelada por la diputada popular Marga Prohens volvió a sostenella y no enmendalla y repitió que instaba al PSOE a sentarse a una mesa de negociación y no levantarse hasta alcanzar un acuerdo que evite volver al Código Penal de la Manada. Ella estaba entre Ione Belarra y Diana Morant con el resto del banco azul prácticamente vacío. La ministra de Ciencia e Innovación ponía caritas mientras Irene iba desgranando lo suyo. Al final de su intervención no obtuvo ni un solo aplauso socialista. Tampoco los va a obtener fuera, el CGPJ ha dicho a Europa que su ley ha causado un daño irreversible cuyos efectos durarán al menos cinco años. 4.000 rebajs de pena nos esperan.
Ignacia de Pano, flor natural de Binéfar, se ponía metafórica en la tarde de ayer: “Los trenes que no pasan por los túneles son la perfecta metáfora de Laura Borrás y cualquier cosa”. Bueno, también sería perfectamente aplicable a Pam patapam, a ver por dónde cabe.
El País no ha perdido el arte de titular: “Los eurodiputados no hallan indicios de fraude en la ejecución de los fondos”. Ni indicios de fraude ni tampoco de correcta ejecución, habría que decir y dicen con mucha razón Libre Mercado: “Es imposible seguir el rastro de los fondos hasta el beneficiario final”. Y también The Objective: “El Parlamento Europeo abandona España sin saber dónde está el dinero de los fondos”.